¿Qué hacemos?

Toda intervención que se plantea desde  tiene como fin último mejorar el estado de salud de la persona. Entendiendo salud como la integración de los conceptos de persona y contexto a través de la participación, o funcionalidad.

Consideramos persona y entorno como el centro del proceso de cambio. Los terapeutas y acompañantes, somos los mediadores y facilitadores en este complejo proceso, que tratamos de que tenga como resultado unos conceptos amplios de persona y calidad de vida: autonomía, control, libertad, respeto a sus significados personales, bienestar, relación con los demás y diversión.

Los distintos planteamientos de intervención o programas, se hacen de manera inicial, tras una análisis profundo de las circunstancias de la persona, y consta de:

– Una valoración clínica en relación al diagnóstico médico.

– Una valoración de las habilidades y capacidades que presenta.

– Un análisis de los recursos humanos y materiales que la persona tiene a su alrededor.

Y estos factores, se contrastan con el momento de evolución el que se encuentra la persona.

Consideramos el contexto real en el que se desempeña la persona, como el marco ideal donde llevar a cabo el análisis, diseño y desarrollo de la intervención. Esto es algo que hemos ido implementando en nuestra experiencia a través de un enfoque ecológico, que considera como relevante la interacción mutua entre la persona y medio, y sobre el que actualmente la evidencia científica arroja datos que consideran este contexto como el ideal para el entrenamiento y desarrollo de las habilidades funcionales (tambien desde un punto de vista cerebral) y desde donde podemos acceder eficazmente al entorno físico y humano de la persona, de acuerdo a nuestra idea de centrarnos en la persona y con la persona.

Cada persona es un mundo, la evolución y el pronóstico es siempre variable e incierto, y así lo ha demostrado nuestra experiencia clínica a lo largo de estos años. Pero hoy en día, gracias a los datos y evidencias vertidos por la investigación científica, junto a las conclusiones que se extraen a través de la experiencia clínica, estamos en disposición de delimitar, con un mejor criterio, las diferentes etapas y el pronóstico en la evolución de una persona, p.ej tras sufrir un ICTUS. Después de muchos años de experiencia, en los que carecíamos de esta información, consideramos esto como un factor muy positivo, que permite ubicarnos mejor en cada caso, saber en que punto del proceso estamos, y optimizar los recursos económicos, y de energía y tiempo adecuadamente, “sin dar palos de ciego” o trabajando bajo objetivos inciertos.

Los objetivos de trabajo se consensuarán con la persona y su entorno, serán concretos, establecidos en el tiempo, y dinámicos. Deberán ir cambiando en función de la evolución del proceso.

Una de las principales líneas de nuestro trabajo es habilitar cuanto antes a la persona y -si es necesario- al entorno, bien sea el cuidador principal o secundario, parte integrante o no de la familia, para minimizar nuestra presencia una vez se hayan alcanzado los objetivos. Sin sobrecargar, o legar al entorno la tarea de ser terapeuta, pensamos que hay que hacer un uso eficiente de los recursos, especialmente aquellos medicalizadores y terapeúticos, en procesos que -ya de por si- llevan un notable consumo de recursos materiales y humanos. Nos gusta decir que nuestra presencia no ha de ser imprescindible, mas allá de lo estrictamente necesario.

Las actividades que forman parte de las soluciones globales que planteamos, abarcan dimensiones muy variadas, por lo que el trabajo se lleva a cabo (en la mayor parte de los casos) desde diversas disciplinas, y por distintos profesionales, bajo un enfoque interdisciplinar plenamente integrado.

Algunos de los ejemplos de lo que a menudo hacemos dentro de las distintas propuestas de intervención (programas) son:

Terapias especializadas para las afectaciones que comúnmente se expresan tras un daño neurológico (hemiplejías, paresias, ataxias, afectación cognitiva, trastornos de la conducta, problemas sensoriales, afasias, disartrias, disfagias, limitaciones en la autonomía personal, etc…) Mantener un flujo de diálogo activo y bidireccional con la persona y su entorno cercano con carácter informativo, pedagógico, de escucha activa y acompañamiento. Hacer de enlace con el equipo médico externo que sigue a la persona. Selección y formación de cuidadores y asistentes externos. Elaboración de informes de valoración del estado de la persona. Adaptaciones del entorno domiciliario o donde resida la persona. Puesta a disposición de ayudas y soluciones técnicas y tecnológicas. Elaboración del dossier social para solicitar ayudas. Asesoría y ayuda jurídica. Puente de reinserción al puesto de trabajo u ocupación. Gestión del ocio, tiempo libre, y aficiones. Asesoramiento sobre sexualidad.

Llevamos a cabo nuestra actividad en la Comunidad de Madrid, pero ofrecemos asesoramiento y soluciones en sinergia con otros compañeros, bajo nuestra idea y metodología de trabajo, a cualquier persona que lo necesite en otros lugares.

Todos los programas son aplicaciones prácticas de un modelo de atención centrada en la persona. Centradas transversalmente en ella y su entorno. Centradas EN la persona y CON la persona.

Los programas son un punto de partida para ubicarnos correctamente en la intervención a realizar y centrarnos en objetivos concretos, por los cuales adquirimos el compromiso de responder. Estos programas son los siguientes:

Atención neurorrehabilitadora especializada
Atención neurorrehabilitadora especializada
Transición guiada al domicilio
Habilitación
Planificación anticipada de los cuidados
Atención a los estados de mínima consciencia
Trastornos de dolor y movimiento.