Y acabó la formación en Kinaesthetics, y después de dos fines de semana, muy, pero que muy intensos, empieza realmente el aprendizaje!! Porque siempre, al acabar una formación, uno siente que el lunes comienza la semana con la mochila llena de nuevas herramientas, con el reto de comenzar a aplicar todo lo aprendido, sin apenas haber tenido tiempo de procesar todo el conocimiento adquirido, pero con la ilusión de querer seguir mejorando (después de por qué no decirlo, de hacer un ejercicio importante de autocrítica) y de ofrecer lo mejor a las personas con las que trabajas.
Pero, ¿Qué he aprendido realmente en la formación inicial de Kinaesthetics?
No es fácil definir en el papel en que consiste este concepto, y como todo, siempre es mucho mejor vivenciarlo. Me quedo con la mejor forma de definirlo que he encontrado tras estos días: Cuando acabas la formación en Kinaesthetics no sólo te dan un certificado, si no también unas “gafitas” especiales que te permiten analizar el movimiento en los distintos componentes en los que se conceptualiza. Lo que eres capaz de ver con estas gafitas, te abre la mágica posibilidad de generar alternativas de movimiento -tanto en el ti como en el otro- diría que hasta infinitas.
Ahí radica, en mi opinión la dificultad. Ser capaz de analizarlo y de crear, de variar, de imaginar formas imposibles de moverse. Y es que esto es lo que en realidad nos hace aprender. Esa espiral de aprendizaje, que consiste -en palabras sencillas- en probar, percibir y analizar para volver a crear otra forma de hacer. Y es que si nos quedamos encasillados en que solo hay una forma de moverse, y en la búsqueda de esa forma y esa “normalidad”, nos estaremos perdiendo la maravilla que supone el movimiento humano. Si aceptamos la diversidad, debemos aceptar de manera inequívoca la diversidad en el movimiento.
No hay dos formas iguales de moverse. Si somos capaces de “escuchar” el movimiento en nosotros mismos y en el otro, y hacerlo sin juzgar, nos daremos cuenta que las competencias de movimiento y las posibilidades que estas nos ofrecen son infinitas.
Y es que ese “escuchar” el movimiento debe empezar por ti mismo, y ahí radica uno de las principales revelaciones . Descubrir que puedes percibir el movimiento del otro a través de ti mismo, es algo que, una vez que comprendes, no puedes evitar que así sea. Esto facilita algo que nunca debemos olvidar: debemos aprovechar cada momento, por muy sencillo que sea, para proponer una oferta de interacción y aprendizaje para ambos. ¿Puede haber algo más centrado en la persona que encontrar en cada uno la mejor forma de moverse y acompañarle en su mover?
Qué reflexión más bonita fue la que surgió, al hilo de esto, al hablar de las competencias de movimiento en las personas mayores. Si consideramos que las personas mayores son capaces de adaptar sus competencias de movimiento y ajustarlos a la pérdida de capacidades, seguro que nuestra mirada sobre ellos cambian.
Para terminar, me quedo con otra reflexión, que resume lo esencial del curso: El camino en el que nos movemos es el medio en el que se producen los cambios.
Así que, toca no bajarse de esa espiral de aprendizaje, ponerse las gafas y… ¡Comenzar a moverse y crear! ¿Estáis preparados para ello?
Eva García Balades. Terapeuta Ocupacional en MEB.
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